La paradójica realidad del teletrabajo

Desde hace tiempo muchos de nosotros hemos venido diciendo "llegará el momento en que trabajemos desde la casa" o "Me sueño no tener que aguantarme el tráfico de la ciudad para ir desde/hacia el trabajo". Esta realidad sonaba muy distante, e incluso albo absurda, pero desde marzo de este año 2020 se ha convertido en la compañera de muchos de nosotros. Para algunos, una realidad amenazadora y tenebrosa... para otros la mejor solución a muchos problemas. Entonces, ¿Qué hemos aprendido en estos meses de trabajo en casa?

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Make it stand out

Whatever it is, the way you tell your story online can make all the difference.

El primer punto que ha sido complicado ha sido el de las fronteras entre la vida personal y la vida laboral. Dichas fronteras eran más claras cuando cerrábamos el computador de la oficina, o terminábamos una reunión, y nos dirigíamos a casa. Esa frontera ya no existe y por tanto los horarios se han alargado indefinidamente... reuniones en cualquier horario... llamadas sobre el horario de la comida o del almuerzo... nada de límites.

Otro punto que tal vez no ha sido como nos lo esperábamos es el tema del manejo de la cámara, la constante lucha entre mantenernos cercanos encendiendo nuestra cámara, y permitir a un grupo de compañeros ver la intimidad de nuestra casa, o poder estar más cómodos trabajando. Esto sin contar los problemas de conectividad que surgen cuando todos encendemos las cámaras. Alguien me dijo en estos días que las video-conferencias parecían más "sesiones de espiritismo": ¿Alguien me oye? ¿Si estás por ahí? Si me oyes, hazme una señal!

Un punto claro es el impacto ambiental y de movilidad que ha tenido esta experiencia. Son muchas las horas invertidas en desplazamientos, congestión, transporte, que ahora están siendo dedicados a otras cosas. Unos, los más organizados, los han dedicado a sus hobbies, a hacer ejercicio, o a sus familias. Otros, tal vez con un poco más de dificultad, han llenado este tiempo con reuniones, emails, chats y llamadas. Pero el impacto ambiental es claro y ha sido importante.

Con lo anterior, el teletrabajo ha encontrado un nicho gigante de adeptos que estarían dispuestos a moverse a esta modalidad de forma indefinida. Este experimento social ha demostrado que las oficinas no son tan necesarias como pensábamos... que nuestros jefes son capaces de vivir sin vernos sentados en el escritorio, y de que somos capaces de ser productivos y eficientes desde casa. Y personalmente creo que acá radica el encanto de este momento: nuestras empresas y nuestras áreas de talento están viendo la forma de cómo operar este nuevo mundo. Hay discusiones muy importantes como: ¿Para qué son las oficinas? ¿Qué esquema de trabajo (presencial, parcial o remoto) es más eficiente? ¿Cómo manejar las infinitas personalizaciones que tendríamos que manejar ahora que termine la pandemia?

Este es un momento de reto para las áreas de talento y para el liderazgo de las organizaciones. Lo que veníamos hablando del "Futuro del trabajo" es una realidad acelerada, y las decisiones se tendrán que ir tomando sobre la marcha. Solo hay una cosa que es indiscutible: el mundo nunca volverá a ser como era. (Para bien o para mal...)

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Y... ¿para qué son las oficinas?