El capital social en las organizaciones: Un análisis esencial para el éxito colectivo

En el mundo empresarial contemporáneo, el concepto de "capital social" se ha convertido en un término de moda, pero su importancia va mucho más allá de ser una simple tendencia. El capital social se refiere a la red de relaciones y conexiones que un individuo posee, las cuales pueden ser aprovechadas para el beneficio mutuo de todas las partes involucradas. Es un activo intangible que, si se gestiona correctamente, puede ser una fuente poderosa de ventaja competitiva tanto para las personas como para las organizaciones.

¿Qué es el capital social?

Según BetterUp, (Social Capital: How Building Relationships Boosts Retention (betterup.com)) el capital social puede ser visto como el pegamento que mantiene unidas a las personas dentro de una organización. No se trata solo de cuántas personas conoces, sino de la calidad y la fuerza de esas relaciones. Es el valor que se crea cuando se fomenta la colaboración, la comunicación y el apoyo mutuo. McKinsey amplía este concepto al destacar la importancia del capital social en la reconstrucción de organizaciones post-pandemia, donde la colaboración y las redes fuertes son esenciales para una buena salud organizacional. (Building social capital in the workplace | McKinsey)

¿Por qué es importante el capital social?

La importancia del capital social radica en su capacidad para facilitar la acción colectiva. En un entorno empresarial, esto se traduce en la capacidad de trabajar eficientemente en equipo, innovar y alcanzar metas comunes. BetterUp señala que el capital social puede mejorar el bienestar de los empleados, aumentar la satisfacción laboral y, por ende, la retención de talento. McKinsey va más allá y sugiere que el capital social puede mejorar el rendimiento empresarial al promover un mejor flujo de información y una mayor colaboración entre departamentos y equipos.

El capital social también juega un papel crucial en el liderazgo. Líderes con un alto capital social pueden influir de manera más efectiva, obtener recursos necesarios con mayor facilidad y fomentar un clima de trabajo más dinámico y participativo. Por otro lado, la falta de capital social puede llevar a la fragmentación de equipos, aislamiento y una disminución de la moral.

Medición del capital social con ONA

La medición del capital social puede ser un desafío, pero el Análisis de Redes Organizacionales (ONA, por sus siglas en inglés) se ha establecido como una herramienta valiosa en esta tarea. ONA mapea y analiza las relaciones y flujos de información entre personas dentro de una organización. Al hacerlo, se pueden identificar quiénes son los actores claves en la red, cómo fluye la información y dónde pueden existir cuellos de botella o puntos de desconexión.

El gráfico adjunto a este artículo ilustra un análisis realizado en una empresa de 256 empleados. Las barras representan la cantidad de conexiones que cada empleado tiene, mientras que la línea roja muestra el porcentaje acumulado de estas conexiones. Este tipo de visualización es poderosa: nos dice que, en esta organización, solo 13 personas, que representan aproximadamente el 5% de la fuerza laboral, tienen el 20% de las conexiones. Esto indica que hay individuos que son especialmente centrales en la red de la empresa.

Si profundizamos más en el análisis, vemos que la gran mayoría de las conexiones de la empresa se dan entre unos poco individuos. Esto hace que la información, la estrategia y la cultura no fluyan de la forma en que se necesita. Y además, que muchas veces estas personas manejan este nivel de influencia en las organizaciones de forma nociva, cuidándola a toda costa, y perjudicando el transcurrir de la organización.

El peligro de ignorar la cola larga

Tal vez lo más revelador del gráfico es la cola larga de empleados con pocas conexiones. En nuestra empresa ejemplo, 80 personas (aproximadamente el 31%) tienen más conexiones que el promedio, lo que significa que hay una mayoría considerable con menos de 6 conexiones. Este es un indicador de que el capital social está concentrado en unas pocas manos, lo que puede ser riesgoso. Si alguno de estos nodos centrales se va, la red podría desmoronarse. Además, aquellos con pocas conexiones podrían sentirse aislados y subutilizados, lo que afecta su compromiso y productividad.

Estrategias para mejorar el capital social

Las organizaciones deben esforzarse por equilibrar la distribución del capital social. Esto se puede hacer alentando la creación de redes más amplias, implementando programas de mentoría y fomentando la colaboración interdepartamental. Las actividades de team building y los espacios de trabajo colaborativos también pueden ayudar a fortalecer las conexiones.

Conclusión

En conclusión, el capital social representa un recurso invaluable en el mundo corporativo, fungiendo como el pegamento que no solo mantiene unidas a las organizaciones, sino que también potencia su desempeño y creatividad. A través de la lente del Análisis de Redes Organizacionales (ONA), hemos desentrañado cómo las conexiones entre individuos configuran la infraestructura social de una empresa, y cómo el contar con una red extensa y diversa puede ser un indicador de influencia y liderazgo.

El peligro de ignorar la 'cola larga' de empleados con pocas conexiones es palpable. No solo se desperdicia el potencial de innovación y colaboración inherente a estos vínculos menos desarrollados, sino que también se corre el riesgo de aumentar la fragmentación y disminuir la cohesión organizacional. Las empresas deben esforzarse por identificar y cultivar estas relaciones latentes, democratizando el capital social para evitar la dependencia de unos pocos y fomentar un entorno más inclusivo y resiliente.

Finalmente, la inversión en capital social va más allá de una simple técnica de gestión; es una filosofía de trabajo que reconoce el valor humano y las interconexiones como elementos fundamentales para el éxito de cualquier organización. Cultivar un capital social robusto y equitativo no es solo una estrategia, sino una responsabilidad corporativa que puede definir la trayectoria de crecimiento y la sostenibilidad a largo plazo. En el futuro del trabajo, las organizaciones que comprendan y apliquen esta premisa no solo sobrevivirán, sino que prosperarán en el dinamismo de los mercados globales.

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